El amor sí que es una mierda. Ya perdonaran pero las princesas, a veces, también necesitamos fortalecer los términos para expresarnos mejor. Así que el amor es una mierda. Qué bien se siente decirlo, así, abiertamente y sin rodeos ni tabúes, porque no hay otra descripción para el amor, si no está. Que es una mierda.
Y es que lo es. Llega disfrazado de unos ojitos lindos, unos rizos patéticos y encantadores y en una barba igual de sucia y sexy. Así llega y uno no se da cuenta. Después de un agresivo y exhaustivo coqueteo cuando uno menos se da cuenta, ahí esta, besándolo, sin importar la barba, el sabor a trago o a cigarrillo, simplemente besando lo que uno puede llegar a considerar el mejor beso de los últimos tiempos. Amor de mierda. Besos patéticos y de mierda. Tan patéticos que toca besarlo otra vez y otra, para confirmar que sí, que los besos perfectos son el sello de lo que puede ser un amor de mierda. Y por eso, uno sigue besando y besando, hasta que la noche y los cuerpos no dan para más besos.
Luego como ya sabemos que el amor es una mierda, uno llega y mientras trata de dormir recuerda cada mirada, cada coqueteo, cada roce, cada maldito beso, cada segundo y así lavándose la cabeza diciéndose una y otra vez, que fue algo de una noche, fue algo de un momento, que no aparecerá, que lo que paso hoy se queda en el ayer y así… hasta quedarse dormido. Y es que el amor es tan mierda que ya uno tiene interiorizado y se convierte en reflejo, que al segundo de tenerlo se está preparando para perderlo. Es que el amor es una mierda.
Pero como ya sabe –el amor- que esa ya nos la sabemos, se hace más mierda y hace que al día siguiente el bobo besado aparezca, encantador. Y el siguiente. Y el siguiente del siguiente hasta envolvernos porque cada día es más encantador. Y entre más imposible más uno se enamora. Si tiene novia, es una dicha y que tal si vive en otro país. Mejor, más gustoso juega con uno el amor, el amor de mierda. Porque entonces es un reto para uno. Esa mujer maravilla que llevaba retirada por años, saca todo su equipo de los viejos tiempos dispuesta a hacer posible los imposibles. Y el amor de mierda feliz viéndolo a uno intentado imposibles, debe desde su mecedora de mierda en su balcón con vista al mar, tomándose un aguardiente el muy desgraciado, burlarse de uno con su risa maquiavélica. Ojala se cayera.
Y uno se envuelve. Y uno ríe. Y uno goza. Y uno siente vida. Y uno sueña. Y uno se ilusiona. Y cada día es mejor. Y cada conversación más profunda. Y cada sentimiento es más fuerte. Y todo duele. Y si no escribe le pesa a uno como el cuerpo, o el alma porque es algo que uno no sabe que es lo que le pesa, pero le pesa, entonces debe ser el alma que no existe, pero existe. Y si hay pelea uno siente de inmediato como no puede volver a reír. Y si no llama uno se vuelve torpe y del apretón del pecho no logra casi casi que ni hablar. Y uno entiende que a uno le importa cuando se da cuenta que por el amor de mierda uno haría cualquier locura, con su viejo papel de mujer maravilla. Pero los súper y patéticos poderes de mujer maravilla solo los da el amor de mierda. Ese que nos vuelve invencibles en algún momento, pero vulnerables en cualquier segundo.
Luego como el amor es una mierda, ya cuando uno está bien enganchado y ya ha dicho las cosas más lindas y románticas que jamás haya dicho. Ya después de haber escrito las líneas más tiernas y absurdas del universo, ya después de mostrarse feliz y enamorada, ya después de hacerse vulnerable, el amor se le burla a uno en la cara, demostrando que lo de mujer maravilla quedo en el pasado y jamás volverá a serlo y se larga porque así es el amor, ya sabemos, una mierda.
Y uno se queda bastante idiota con los mismos dolores que ya conocía, pero que ahora son más fuertes. Uno se queda bastante decepcionado, si otra vez, solo que más fuerte porque uno pensaba que el amor de mierda se lo volvería a hacer. Pero que va, el amor de mierda sabe jugar sucio. Uno se queda con odio, y sin ganas pero con la certeza que para la próxima, la que será otra vez, una mierda con el amor, seré yo.
Sin Comentarios.